lunes, 30 de abril de 2007

al oído

palabritas de amor
colgadas de una soguita
secándose al cielo color berenjenas
hay un pajarito gordo
de ojos desorbitados
que lleva el mensaje con el pico
y hay un señorcito-más bien azul-
que espera con la oreja puesta
las noticias del amor
que todavía no conoce

ilustración: amapola

texto: cronopio


Una jirafa



Está sola en su recinto. En realidad no está sola: hay algunas cabras también, pero mucho más abajo, donde asomarse da dolor de cuello. Así que es como si estuviera sola, pobre Jirafa.Le sirven su comida en una especie de palco, o carajo de barco, o poste de luz. Alto alto como ella. No tiene que defender su alimento, por cierto. Salvo las visitas de los plumíferos. Pero es distinto. No se acercan tanto por la comida como por la paz hipnótica que les producen las pestañas de Jirafa, tan largas y tan pestañas. Y se quedan a comer porque Jirafa consiente. Porque la comida alcanza para todos. Porque es lindo compartir.Después se van volando, siempre tan apurados los pájaros. Y Jirafa se queda sola nuevamente, en medio de los jejenes y las moscas negras (que le zumban groserías en las orejas, las muy guarangas). Sola otra vez, tan pero tan lejos de sus patas (es una tristeza gravitacional verla dormir de pie)
Pero Jirafa tiene una ventaja en su soledad. Es el único animal de todo el zoológico que puede ver por encima de las rejas.
texto: cronopio
ilustración: amapola